miércoles, 22 de octubre de 2008

Cambios.

Un nuevo bajón. Miles de canciones rondan mi mente, mejor dicho, miles de frases de canciones, depende del momento. La mayor parte del tiempo siento rabia ante esta vida tan poco normal que me ha tocado. Cuando algo malo me ocurre a nivel personal, lo traspaso a todos los niveles, incluso al político y así es como llego a conclusiones como esta: ¿Por qué me doy yo más cuenta de lo injusto del mundo, por qué me duele más a mí que a la mayor parte de las personas que quiero?

Tengo otros momentos de desesperación en los que me siento como en un ciclo interminable. ¿Por qué siempre me ocurre a mí lo mismo? "Otra batalla perdida, un grito de desconsuelo" es la frase que ronda mi mente en esos segundos.

Y durante los segundos restantes a la rabia y la desesperación estoy sintiendo una extraña indiferencia ante todo lo que me rodea, por ejemplo, ahora mismo me da igual lo mala que sea esta entrada y lo poco que me esté gustando escribirla. Es lo que hay, hoy se siente. Ya pondré mayor calidad y empeño.

A pesar de esto, me queda helado de fresa.

jueves, 9 de octubre de 2008

Hoy empieza todo.

A parte de ser una preciosa película francesa, lo que siento ahora mismo es que hoy ha empezado todo. Físicamente comenzó el lunes, pero lunes, martes y miércoles no fueron ni de lejos lo que yo recordaba, lo que yo esperaba, las cosas que llevaba todo el verano deseando que no sucedieran sucedieron...
Y es que el lunes a las nueve de la mañana entré en una clase llena de gente pero que a mí se me antojaba vacía. Me faltaban las caras del curso anterior, tanto las de la gente que quería como las de la gente que no me caía bien, me faltaba la ilusión, me faltaba el interés por el temario de las asignaturas, me faltaba la alegría y me faltaban el tiempo libre, las conversaciones, las canciones y los bailes, la música, las sonrisas, los grandes amigos. Me sobraban dolor de cabeza, sueño, apuntes, temario, chicas, gente poco original y caras serias.

Pero de repente hoy todo ha comenzado.
Decidir ser feliz es algo importante en la vida, estoy segura de que somos nosotros mismos quienes determinamos hasta qué punto llega nuestra felicidad y hasta cuándo va a durar, lo que pasa e sque hay veces que estamos demasiado cansados como para pensar en ser felices. Y eso ha pasado durante los tres primeros días de mi primera semana de clases.
Sin embargo ayer por la noche de repente decidí que iba a ser feliz. Al igual que lo hice el año pasado el primer día que pisé mi facultad para ir a clase. Así que hoy cuando he llegado lo primero que he hecho ha sido sonreír. Lo había prometido ayer por la noche y hoy lo hice. Y ahora tengo agujetas en la tripa de todo lo que me he reído en esta mañana.

Todo esto se lo debo a la presión. Soy una de esas personas que bajan la guardia fácilmente y, de repente, en cuanto se les aprietan las tuercas vuelven a su actividad frenética. Así que debo dar las gracias a las personas que me presionaron ayer para que fuera feliz, Iago y Sergio(Boy) y a la personas que me han presionado para que le dé un poco de vida a esta colmena, que la miel se estaba quedando amarga, Víctor y Manuel Casal.

Un beso a todos abejitas, me da la sensación de que volveré pronto.